Foto gentileza periódico La Patria |
Hasta
hoy se lamenta, y se lamentará por siempre la trágica muerte de un canto-autor;
quien, con sus canciones supo hacer palpitar los corazones chuquisaqueños,
identificando a la letra de sus composiciones con las aspiraciones de un pueblo
que sufrió las agresiones del oficialismo, por el sólo hecho de pedir justicia
y clamar libertad, siguiendo la tradición de sus gentes que en diversas
circunstancias y desde aquel lejano 25 de mayo de 1809, se levantó contra todo
tipo de opresión, logrando con sus ideas y sus espadas, la libertad, no sólo de
nuestros pueblos, sino de todos los pueblos de América.
Huáscar
Aparicio, se fue de este mundo, pero ha dejado su legado en canciones, las que
se han constituido en verdaderos “Himnos de Libertad”. Fue su arma la guitarra
y sus canciones un grito abierto de rebeldía que tenía como coro a todo un
pueblo reprimido, postergado y vilipendiado; acusado injustamente como racista.
¿Acaso no es legítimo defender el hogar de huestes fundamentalistas, que no
golpean tu puerta sino que avasallan y
tratan de quitarte los derechos, la sonrisa, el aire y hasta la libertad?
“Llego en el viento y al respirar aires de
libertad/ nuestra Capitalia Plena comienza a llegar rompiendo las cadenas para
poder avanzar/ Aquí nació la libertad, nadie lo va negar/ hermanos bolivianos
hay que respetar/ Sucre ha sido y será
por siempre será nuestra Capital/ Este bicentenario queremos la unidad/ América
ya tiene en el recordar a sus pueblos hermanos en un sólo corazón”
Esas
estrofas escritas por Huáscar, calaron profundo en el corazón de los habitantes
de los Charcas; tanto es así, que aparte de las lágrimas que corrieron como
torrentes de nostalgias, sus canciones lo acompañaron hasta su última morada.
Pañuelos blancos de una multitud, banderas bolivianas y de Chuquisaca flamearon
nuevamente levantadas al aire como sucedió en esos días aciagos que le tocó
vivir a la ciudad de Sucre.
Se
sintió la unidad de sus habitantes en un solo corazón cumpliendo nuevamente las
premonitorias estrofas de esa marcha que levantó los corazones con renovadas
esperanzas de un futuro mejor para esta tierra que con el coraje de sus gentes
dio libertad a nuestra América.
Huáscar
no sólo fue un amante del arte, de su guitarra y sus canciones, él se llevo a
la tumba su rebeldía mascullada en jornadas grises, pero también se llevó al
hijo querido que empezaba a seguir sus pasos de un artista pleno; porque, el
artista que canta por cantar y no siente la necesidad de ser necesario y
vivir lo que dice cantando, en lo más
profundo de su alma, de su espíritu y de su corazón.
Yo,
como todos los habitantes de Sucre, siento su partida y seguiré cantando en mi
corazón, lo que él le regalo a la Capital: sus canciones las que ahora tienen
como fondo de acompañamiento las campanas de San Francisco y de las tantas
iglesias cuyas torres apuntan al cielo en señal de respetuoso homenaje.