Ponencia de la Dra. Anabella Giracca
DOCENTE UNIVERSITARIA, ESCRITORA, COLUMNISTA E INVESTIGADORA DE GUATEMALA
“…hace un par de días en mi país unos jóvenes para celebrar su graduación vestían unas poleras que decían fock de mayas, salieron de la fiesta y fueron fotografiados y ahora son acusados y enjuiciados por la Comisión Nacional Contra el Racismo...
La interculturalidad como proyecto transformador para nuestras naciones, relaja sin duda alguna la idea de la tolerancia y el sentimiento individual de aceptación del otro, porque es un asunto político, social y económico capaz de romper con la dicotomía indígena y no indígena para entrar en una esfera de definiciones y transformaciones estructurales de Estado.
La interculturalidad, debe dar respuestas y soluciones oportunas a la sociedad marginada, debe garantizar mejores condiciones que aterricen en la cotidianidad de todos los habitantes de América latina; no es un problema de blancos tratando de asimilar a los diferentes, así como cuando se juntaron nuestros estados tratando de definir qué se hacía con el otro diferente. Tampoco es un tema del “que me importa el otro o la homogenización de la integración o la asimilación de los 90”. Tanto en Guatemala como en países que han vivido con visiones históricas similares, el reformismo indígena de izquierda enfrenta una perspectiva dialéctica de estado explotador y discriminador y ve la alternativa de un modelo de Estado abierto a nuevas formas democráticas de gestión pública. Sin embargo, la contradicción la centra en el escenario de desigualdades sociales pero ahora hiladas a un escenario amplio de reivindicaciones étnicas.
Hasta la fecha, pocos países cuentan con programas claros de trabajo en dirección de la construcción de estados reformados, ya que los virajes políticos y sociales continúan ejerciéndose dentro la hegemonía de mantenimiento del poder.
La interculturalidad transformativa, debe reflexionar profundamente sobre un modelo de Estado; la lucha de clases como escenario de contradicción principal es trasladada ahora hacia la cuestión étnica nacional que plantea una articulación con esa reivindicación étnica.
Existen obstáculos que sistemáticamente se activan con el fin de impedir la posibilidad de articular nuevos escenarios en la vía de un atentico nivel étnico, basado en una plataforma de equidad, de participación y de democracia. Esos obstáculos, según mi opinión, se debe tomar muy en cuenta a la hora de plantearse la interculturalidad desde nuestras universidades como proyecto transformador de las naciones, no sin antes mencionar que un Estado racista es aquel que permite la probabilidad sistemática de que unos pueblos vivan peor y menos que otros que reproducen todas sus estructuras, obstáculos, símbolos, recursos, imágenes que disfrazan ese racismo en dispositivos básicos, tales como la asimilación del otro desde lo blanco, desde lo metropolitano y desde donde se buscan las soluciones centralizadas que para nada toman en cuenta las intervenciones de prácticas culturales diferenciadas.
En el tema de la educación superior, este tema debe ser muy importante y me pregunto ¿Qué hacen las universidades para asimilar a los indígenas e invitarles a participar?, es pues el mismo Estado que se reproduce en las Universidades, verdad?, y finalmente qué hacemos hablando de interculturalidad sin ser interculturales? ¿Qué hacemos para incluir, para entender la igualdad desde nuestras Universidades?, permítanme decir que el blanco no permite la aspiración ideológica del otro que reclama justicia.
Finalmente debemos reflexionar mucho sobre esa población marginada y hasta privada de muchas aspiraciones natas que tiene todo ser humano.
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